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Por Marcelo Vera , 11 de octubre de 2025 | 10:00

Fallo en caso de María Elena Swett reabre debate sobre violencia vicaria

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La decisión judicial estadounidense de mantener la custodia del hijo de la actriz pone en evidencia la violencia vicaria y la necesidad de mayor protección legal y psicológica.

La reciente decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos de no acoger el recurso de la actriz chilena María Elena Swett en el proceso de custodia de su hijo ha cerrado la vía legal, pero ha abierto un nuevo debate social sobre la violencia vicaria y las implicancias emocionales de la instrumentalización de los hijos en conflictos parentales.

Tras más de un año de litigios, el fallo ratifica que el menor permanecerá bajo custodia del padre en Estados Unidos, mientras Swett deberá desplazarse al país norteamericano para mantener contacto con su hijo. La actriz habría denunciado que la relación se vio afectada por conductas de manipulación emocional que interfirieron en el vínculo con su hijo, un fenómeno que expertos identifican como violencia vicaria.

Para la periodista Paola Medina Amaro, quien investiga este tipo de violencia en Chile, el caso “abre una conversación urgente sobre cómo equilibrar el interés superior del niño con la detección temprana de prácticas de inoculación parental”. Medina añade que el caso de Swett “se convierte en un espejo social que refleja las complejidades de los vínculos parentales contemporáneos”.

La violencia vicaria es una forma de violencia psicológica en la que un progenitor utiliza al hijo para causar daño emocional al otro padre, a través de la obstaculización del contacto, manipulación afectiva o generación de rechazo hacia la madre. Catherine Rojas, directora social de Mujeres Líderes Políticas, ONG que representa a Women Leader Forum en Chile, explica que “cuando un niño o niña aprende a rechazar a un progenitor por influencia del otro, no sólo se afecta la figura adulta, sino también la estabilidad emocional del menor, dejando huellas irreparables y dolorosas”.

Rojas señala además que en situaciones de violencia vicaria, el agresor busca controlar y someter a la víctima a través de la manipulación de los hijos, generando desestabilización emocional y judicialización excesiva. Según la experta, estas prácticas suelen comenzar a visualizarse aproximadamente dos años antes de la separación y buscan “deshabilitar a la madre para luego ocasionar el rapto del vínculo filial”.

El caso de Swett ha puesto en evidencia la falta de herramientas legales y acompañamiento psicológico para abordar dinámicas de manipulación afectiva en procesos de custodia en Chile. Rojas sostiene que la visibilidad mediática ha permitido discutir cómo la violencia vicaria se entrelaza con la violencia de género e institucional: “Existe una incapacidad para distinguir la verdad de la mentira. El sistema no puede determinar con certeza la veracidad de las denuncias, lo que puede llevar a errores judiciales y a la revictimización de estas madres”.

La periodista Paola Medina Amaro coincide en que “no existe investigación formal, por tanto, no hay carpeta investigativa ni presunción de inocencia, y no se puede saber a ciencia cierta si lo que demanda el otro progenitor es verídico”.

Rojas enfatiza la necesidad de una mirada integral y cambios estructurales: “Este fallo no sólo habla de una madre que pierde la custodia, también nos muestra un sistema que aún no reconoce el impacto de la violencia emocional en los procesos judiciales. Es un atentado silencioso a la maternidad y un daño a la infancia y adolescencia”. Agrega que la capacitación de profesionales del derecho y la institucionalización de protocolos de atención son imprescindibles para proteger a las víctimas de violencia vicaria y abuso infantil.

Finalmente, Medina Amaro indica que el despojo de hijos puede afectar tanto a padres como a madres, pero que su investigación se centra en casos materno-filiales por el aumento de este tipo de violencia en los últimos años. Su objetivo es abrir un debate público, académico y jurídico para incorporar la violencia vicaria en la agenda legislativa chilena y proteger a los niños frente al desarraigo parental.

 

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