Salud
Por Marcelo Vera , 13 de mayo de 2025 | 10:30Chile registra una de las tasas de natalidad más bajas de América Latina

Según cifras del INE, en 2023 el promedio de hijos por mujer cayó a 1,16. Expertos advierten que se trata de un fenómeno estructural vinculado a factores económicos, sociales y culturales.
La tasa global de fecundidad en Chile continúa su descenso. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), en 2023 el promedio de hijos por mujer fue de 1,16, una de las cifras más bajas del continente. En 2022, ese indicador se situaba en 1,25. El número confirma una tendencia sostenida y preocupante para los demógrafos, que advierten sobre sus implicancias a largo plazo.
Aunque en 2022 se observó un leve repunte de nacimientos respecto de 2021, atribuido al llamado "efecto rebote" tras la pandemia, en 2023 la cifra volvió a disminuir.
Pía Rodríguez Garrido, investigadora del Instituto de Ciencias de la Salud de la Universidad de O’Higgins (UOH), explicó que "se trata de un fenómeno complejo, multifactorial y profundamente enraizado en transformaciones estructurales de tipo económico, sociocultural y político".
Entre las causas del descenso, la especialista destacó el aumento del acceso de las mujeres a la educación superior y al mercado laboral, lo que ha llevado a muchas a postergar o reducir el número de hijos. Sin embargo, advirtió que esta mayor autonomía ocurre en un contexto de escaso apoyo institucional. "La inexistencia de una red pública robusta de cuidados, como salas cunas accesibles o permisos parentales igualitarios, refuerza la idea de que criar en Chile es una tarea individualizada y altamente costosa, material y emocionalmente, sobre todo, para las mujeres", sostuvo.
La incertidumbre económica es otro factor clave. Rodríguez señaló que "el aumento sostenido del costo de la vida, la precarización laboral y los niveles de endeudamiento estructural que afectan a las familias chilenas desincentivan la decisión de tener hijos". A esto se suman transformaciones culturales, como una mayor valoración de los proyectos personales y profesionales sobre la maternidad tradicional.
La planificación familiar también ha cambiado. El acceso a anticonceptivos modernos y gratuitos ha permitido a muchas personas decidir con mayor autonomía si tener hijos. No obstante, la especialista observó que este avance convive con un entorno urbano poco favorable para la infancia: "La urbanización masiva, los espacios reducidos —como los guetos verticales de Santiago centro— y la carencia de áreas verdes hacen que criar en las ciudades sea cada vez más inhóspito".
Además, el envejecimiento de la población chilena incide en esta dinámica. Según Rodríguez, esto no solo reduce la tasa de nacimientos de forma natural, sino que obliga a repensar cómo se concibe la infancia en una sociedad "cada vez más adultocentrada".
El aumento de la natalidad entre mujeres extranjeras
En contraste con las cifras nacionales, los nacimientos de madres extranjeras han aumentado sostenidamente. De acuerdo con el INE, en 2017 el 6,9% de los nacidos en Chile tenía madre extranjera; en 2022 esa proporción subió a 18,9%. En ese año, el 20,3% de los nacimientos correspondió a madres venezolanas, seguidas por peruanas (10,6%) y haitianas (10,0%).
Rodríguez subrayó que "es fundamental no caer en explicaciones reduccionistas" frente a este fenómeno. Según explicó, muchas mujeres migran a Chile en busca de mejores condiciones de vida y acceso a servicios de salud sexual y reproductiva, lo que favorece la conformación de familias. "Desde una perspectiva demográfica, el aumento de nacimientos de madres migrantes puede mitigar el envejecimiento poblacional, diversificar la sociedad y dinamizar la economía", indicó, aunque advirtió que sin políticas de integración intercultural este proceso podría acentuar desigualdades y tensiones sociales.
Más allá de los incentivos económicos
Frente a este escenario, Rodríguez sostuvo que "las políticas públicas no pueden reducirse a incentivos económicos aislados". A su juicio, se requiere una estrategia estatal amplia que incluya una red pública de cuidados, medidas efectivas de conciliación laboral y familiar, espacios urbanos adecuados para la crianza, y políticas migratorias basadas en la interculturalidad y los derechos.
Finalmente, recalcó que el problema no es la baja natalidad en sí misma, sino las condiciones estructurales que la generan. "Más que pedir a las mujeres que tengan más hijos, deberíamos preguntarnos: ¿en qué condiciones les estamos pidiendo maternar? Y ¿qué tipo de sociedad pretendemos construir?", concluyó.